Recorrer Ibiza es sumergirse en un pasado fascinante donde la historia se mezcla con los paisajes mediterráneos. Entre los siglos XVI y XVIII, la isla estuvo en constante amenaza por parte de piratas turcos y berberiscos, lo que impulsó la construcción de un ingenioso sistema de torres de vigilancia. Estas construcciones permitieron una comunicación rápida entre los vigías y la población mediante señales de fuego y humo, ofreciendo una línea de defensa clave contra posibles invasiones.
Las siete torres que aún se pueden visitar hoy en día se erigen como testigos mudos de aquella época. Estas construcciones, de planta circular en su mayoría, tienen muros gruesos y ventanas pequeñas que limitaban la entrada de proyectiles y dificultaban los asedios. Su arquitectura, aunque sencilla, ha sido replicada desde tiempos inmemoriales, adaptándose al paisaje con una armonía que asombra tanto a los ibicencos como a los visitantes.
Entre ellas destaca la Torre des Carregador, ubicada en Platja d'en Bossa, una de las más antiguas y con capacidad para albergar hasta 200 personas. En el Parque Natural de Ses Salines, encontramos la Torre de ses Portes, una de las más altas, cuya función principal era proteger los estanques de sal y el paso de Es Freus hacia Formentera.
Por su parte, la Torre d'en Valls, situada en Sant Carles, tuvo que ser reconstruida tras una explosión en 1982 y ofrece unas vistas inigualables del islote de Tagomago. Más al norte, en Sant Joan de Labritja, la Torre de Portinatx se alzó con una estructura sólida y cañones para repeler ataques.
Si seguimos explorando la costa, nos topamos con la Torre des Savinar, cerca de Cala d'Hort, desde donde se pueden admirar los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell. Esta torre es famosa no solo por sus vistas impresionantes, sino también por las muchas historias oscuras que la rodean. Se dice que la energía de Es Vedrà es tan potente que algunos la consideran casi hipnótica. Sus gruesos muros parecen contener un misterio difícil de explicar. Todavía recuerdo la historia de aquel chico francés, Cyril creo se llamaba que, atrapado por esa energía inexplicable, terminó prendiéndose fuego en la parte superior de la torre tras rociarse con gasolina. Lo había visto en varias ocasiones paseando por el puerto y disfrutando de la vida nocturna, y de repente, ya no estaba. Ibiza es una isla de contrastes, o te quiere o te odia, y su magnetismo puede ser demasiado fuerte para algunos, hasta el punto de volverlos locos.
En el occidente de la isla, la Torre d'en Rovira servía para vigilar la bahía de Portmany y los islotes cercanos, mientras que la Torre des Molar, en un acantilado sobre el Port de Sant Miquel, se convierte en un reto para los aventureros que desean visitarla.
Descubrir estas torres no es solo una manera de conocer la historia de Ibiza, sino también de conectar con la belleza natural que las rodea. Son parte del alma de la isla, recordándonos la importancia de la defensa y la vigilancia en tiempos pasados. Desde Grupo Juan Bufi esperamos que este artículo haya sido de vuestro interés y que pronto volvamos con más información, historias, leyendas y mucho más. Feliz día queridos lectores!