Hablar de "More", la película de Barbet Schroeder con banda sonora de Pink Floyd, es abrir una ventana a un mundo que combina el magnetismo de Ibiza, la contracultura de los años 60 y el cine experimental en su máxima expresión. Esta obra poco conocida ofrece una mirada cruda y fascinante al impacto de las drogas en la juventud de la época, todo ello enmarcado por una de las bandas sonoras más cautivadoras jamás creadas.
La película nos traslada a la Ibiza de finales de los 60, un lugar que entonces era un refugio para soñadores, artistas y aventureros. Para mí, Ibiza no es solo un destino; es una especie de imán espiritual que sigue atrayendo a quienes buscan algo más que un simple lugar paradisíaco. En "More", esta isla se convierte en un personaje más, con sus paisajes llenos de pinos y playas desiertas como testigos de una historia que navega entre la pasión y la autodestrucción.
La trama sigue a Stefan, un joven idealista que busca libertad y se embarca en un viaje que lo lleva a unirse con Estelle, una mujer tan cautivadora como peligrosa. Juntos se sumergen en un mundo dominado por las drogas, particularmente la heroína, y exploran los límites de la experiencia humana. La película no moraliza ni romantiza el uso de sustancias; más bien, muestra su influencia destructiva de manera visceral. Es un reflejo de una época en la que las drogas eran vistas como herramientas de expansión mental, aunque también dejaron cicatrices profundas.
Uno de los aspectos más magnéticos de "More" es su enfoque experimental, tanto en la narrativa como en la estética visual. Las transiciones bruscas, los encuadres peculiares y la casi ausencia de filtros entre la realidad y la fantasía nos sumergen en un estado onírico. Cada escena parece diseñada para hacernos sentir más que entender, como si el director quisiera que viviéramos la película en lugar de simplemente verla.
Por supuesto, no puedo hablar de "More" sin mencionar su inolvidable banda sonora. Pink Floyd, entonces en su etapa más experimental, creó un sonido que captura perfectamente el espíritu de la película. Canciones como "Cirrus Minor" y "Green is the Colour" son hipnóticas y evocadoras, mientras que otras piezas instrumentales nos conducen por un viaje sonoro que complementa a la perfección la intensidad emocional de las imágenes.
Hoy en día, "More" sigue siendo una joya olvidada en comparación con otras películas de culto, pero para aquellos que deciden descubrirla, es una experiencia que queda grabada. Personalmente, me dejó una mezcla de fascinación y melancolía, una especie de recordatorio de que la búsqueda de libertad puede tener un alto precio, especialmente cuando se camina por el filo de lo prohibido.
La película no es solo un testimonio de la contracultura de los años 60, sino también un homenaje a la capacidad del cine de ser un espejo de nuestras inquietudes más profundas. Si no la has visto, te invito a embarcarte en este viaje hacia el lado más oscuro de la libertad, acompañado por el inconfundible sonido de Pink Floyd y el embrujo eterno de Ibiza.
"More": Una joya olvidada del cine experimental
La película "More" (1969), dirigida por Barbet Schroeder, es mucho más que una simple narración sobre el amor y la autodestrucción; es una obra que encapsula las complejidades de una generación que buscaba trascender los límites impuestos por la sociedad. Este filme, que combina el cine experimental con el drama psicológico, sigue siendo relevante, a pesar de que ha permanecido en la sombra de otras producciones más populares de la época.
La trama: pasión, escapismo y tragedia
"More" cuenta la historia de Stefan, un estudiante alemán que decide abandonar su vida estructurada en busca de libertad y aventura. Su viaje lo lleva a París, donde conoce a Estelle, una joven misteriosa y seductora. Su conexión es inmediata, pero también profundamente tóxica. Siguiendo a Estelle, Stefan llega a Ibiza, una isla que en aquel entonces simbolizaba la contracultura y la libertad absoluta.
En Ibiza, su relación se profundiza, pero también se oscurece por la introducción de las drogas. A través de su descenso, la película explora temas como la dependencia emocional, la obsesión y el peligro de buscar experiencias extremas sin medir las consecuencias. Lo que comienza como un romance apasionado pronto se transforma en una espiral de autodestrucción que culmina en un final tan impactante como inevitable.
El papel de Ibiza como un personaje más
Ibiza no es solo el escenario de "More"; es un personaje esencial. Durante los años 60, la isla era un refugio para hippies, artistas y almas libres, un lugar donde las reglas tradicionales parecían no aplicar. En la película, sus paisajes contrastan con el desarrollo oscuro de la historia. Las playas bañadas por el sol y los paisajes llenos de pinos simbolizan tanto el ideal de libertad como el aislamiento emocional que sienten los protagonistas.
Este contraste crea un equilibrio visual que potencia el impacto emocional de la narrativa. En cada escena, Ibiza parece reforzar el sentimiento de que, aunque los personajes están rodeados de belleza natural, sus decisiones y emociones los mantienen atrapados en un ciclo destructivo.
Cine experimental y estilo visual
Barbet Schroeder construye la película con un enfoque experimental que desafía las convenciones tradicionales de la narrativa cinematográfica. Las escenas se desarrollan de manera casi fragmentada, con una estética cruda y directa que refleja el estado mental de los personajes.
El director también juega con el sonido y la ausencia de diálogos en ciertos momentos, dejando que las emociones sean transmitidas por el lenguaje corporal, el silencio y, por supuesto, la banda sonora de Pink Floyd. Este enfoque le da al espectador la sensación de estar observando algo real, como si fuera un testigo más de la caída de Stefan y Estelle.
La banda sonora: Pink Floyd en su etapa más experimental
La música de Pink Floyd es, sin duda, uno de los aspectos más memorables de "More". La banda creó una banda sonora que no solo acompaña la película, sino que se convierte en un elemento narrativo en sí mismo. Canciones como "Cirrus Minor", con su atmósfera hipnótica, y "The Nile Song", una de las composiciones más agresivas del grupo, capturan perfectamente los altibajos emocionales de la historia.
Además, las piezas instrumentales ayudan a construir la tensión y refuerzan la sensación de alienación y pérdida que domina la película. Este trabajo marcó una etapa importante para Pink Floyd, ya que les permitió experimentar con sonidos y estilos que luego definirían su carrera.
El legado de "More"
Aunque "More" no tuvo el mismo impacto cultural que otras películas de la época, sigue siendo una obra que merece ser descubierta. Su mezcla de cine experimental, un retrato honesto de la contracultura y la contribución musical de Pink Floyd hacen de esta película una experiencia única.
Para mí, "More" es un recordatorio de cómo el arte puede capturar los matices de una generación, con sus ideales y sus contradicciones. Es una obra que, aunque incómoda por momentos, invita a reflexionar sobre los riesgos de perseguir una libertad sin límites.
Si buscas una película que te desafíe y te haga sentir, te invito a darle una oportunidad a "More". Su mensaje es tan relevante hoy como lo fue hace más de cinco décadas.
Si has llegado hasta aquí, esperamos que este artículo te haya permitido descubrir una faceta diferente de Ibiza y la conexión que tiene con el cine, la música y la contracultura. En Grupo Juan Bufi nos encanta explorar y compartir historias poco conocidas, y "More" es un claro ejemplo de cómo la isla ha sido fuente de inspiración para creadores en todo el mundo.
Pink Floyd: una banda sonora inolvidable
La música de Pink Floyd captura la atmósfera de la historia: hipnótica, melancólica, y profundamente evocadora.
Por otro lado, piezas más agresivas como "The Nile Song" aportan intensidad a los momentos más oscuros de la trama. Cada nota parece diseñada para resonar con la lucha interna de los personajes, convirtiendo a la banda sonora en un narrador más de esta historia visualmente impactante.
El legado de "More
Hoy en día, "More" sigue siendo una obra subestimada, una joya oculta que merece ser redescubierta. Para mí, esta película no es solo un testimonio de la contracultura de los años 60, sino también un recordatorio de cómo el arte puede capturar los dilemas de cualquier época. Es una obra que, aunque incómoda en ciertos momentos, invita a reflexionar sobre los riesgos y las recompensas de vivir sin límites.
Si aún no la has visto, te invito a sumergirte en esta experiencia única. Déjate llevar por el magnetismo de Ibiza, la genialidad de Pink Floyd y la valentía narrativa de Barbet Schroeder. Es una película que no solo se ve, sino que se vive.
En Grupo Juan Bufi, nos apasiona compartir historias como esta, que conectan el arte, la cultura y los lugares mágicos que conforman nuestro mundo. Muy pronto volveremos con más información fascinante sobre Ibiza, explorando aspectos que tal vez desconocías y que seguramente despertarán tu interés. Puedes encontrar la película completa en Youtube. ¡Gracias por leernos!