Si hay una estación en la que Ibiza me roba el corazón aún más, es la primavera. Todo empieza a despertar con otra luz. Los campos se tiñen de verde y flores silvestres, los días se alargan y el clima acompaña para salir a disfrutar sin agobios. La isla respira paz, color, y una energía especial que invita a reconectar con lo esencial. Y lo mejor: sin las multitudes del verano.
En primavera, las temperaturas en Ibiza suelen oscilar entre 18 y 26 grados, perfectas para explorar sin derretirse por el camino. Abril ya trae sol con ganas y esos días luminosos que te animan a salir sin chaqueta. ¡Y a veces incluso a mojarse los pies en la playa!
Si hay algo que me encanta es salir a pasear entre campos en flor, perderme por senderos rurales o subir a Sa Talaia, la montaña más alta de la isla, y ver Ibiza desde las alturas. Esta época es ideal para los que amamos el monte, los colores vivos y los aromas de campo.
Vale, el agua está fresquita, no lo voy a negar. Yo, personalmente, no me meto hasta junio o julio, pero los niños... ¡los niños son otro mundo! Entre balones, cometas y juegos en la arena, acaban dándose un chapuzón en Talamanca o cualquier cala. Además, ya se puede practicar snorkel, kayak o navegar a vela. Con el mar tan cristalino, ¡es imposible resistirse!
Ibiza también es historia, y en primavera apetece mucho recorrerla. Me encanta visitar las murallas renacentistas de Dalt Vila, el poblado fenicio de Sa Caleta, o el Puig des Molins. A pie, sin prisas, con sol y sin calor excesivo. ¡Una maravilla!
Una parada obligada son los mercadillos hippies, como el de Las Dalias o Punta Arabí, con su mezcla de colores, música y artesanía local. Y del 8 al 11 de mayo, llega uno de mis favoritos: el mercado medieval de Ibiza. Cada año subo porque es precioso: comida tradicional, puestos de miel y queso (siempre me llevo algo jeje), y muchas actividades para toda la familia.
La primavera también se saborea. Uno de los planes más auténticos es ir a ver los almendros en flor en Santa Inés, recoger espárragos silvestres y preparar una buena tortilla. Es una tradición aquí, y hay excursiones organizadas o puedes hacerlo por libre.
Si tienes peques, otro planazo es montar un picnic en la playa o en uno de los merenderos rurales. A mí me encanta el de San Lorenzo, que incluso tiene burros en lo alto de la colina. Paseos, juegos, aire puro y contacto con la naturaleza. ¡Plan redondo!
Desde Grupo Juan Bufí, esperamos que este artículo os haya gustado y os inspire a vivir la primavera en Ibiza con todos los sentidos.
¡Pronto volveremos con otro que esperamos sea de vuestro interés!
Exploramos Ibiza con vosotros!!